Todos los tutores de mascotas, hemos sufrido o vamos a sufrir la pérdida de alguna de ellas. Este es un momento que nadie quisiera vivir, pero dado que la expectativa de vida de ellos, es mucho menor que la nuestra, las probabilidades son muy altas. Sin duda, este es un momento muy difícil, triste y doloroso, acostumbrarse a vivir sin ellos, sin escuchar sus maullidos o ladridos, acostumbrarse a no encontrar sus pelitos en la ropa, ver sus platos vacíos, sus juguetes por la casa, sentir que los escuchas caminar, creyendo que en cualquier momento aparecerán al lado tuyo. Porque con la misma intensidad que los amamos sufrimos su pérdida.

El duelo es una respuesta normal y adaptativa frente a la pérdida de un ser con el cual se ha establecido un vínculo, ya sea humano o animal.  El problema con el duelo por la pérdida de nuestras mascotas es que muchas veces no hay un reconocimiento social, en ocasiones podemos escuchar comentarios como: “pero cómo vas a estar triste, si era solo un perro o un gato”, escuchar esto realmente duele, para muchos de nosotros, nuestras mascotas son un integrante más de nuestras familias, pero a consecuencia de estas situaciones se tiende a esconder el dolor, y no hablar de este proceso, lo cual hace que cueste más sobrellevarlo o dure mucho más tiempo. 

Se ha demostrado que el duelo por la muerte de una mascota es equiparable al que se experimenta tras una pérdida humana, teniendo una  duración de entre 6 meses y un año. Este es un proceso que tiene etapas, las cuales no necesariamente son lineales, y van a depender de cada persona cómo se vive, nuestro duelo es tan propio como nuestra vida. Estas fases son: 

1. Negación: la negación de la pérdida es una reacción muy habitual que se produce de forma inmediata. Esto no significa que uno no sepa que nuestra querida mascota ha muerto. Significa que regresas a casa y no puedes creer que no te está esperando. Una vez que esta etapa finaliza, comienzan a aflorar todos los sentimientos que estábamos negando. 
2. Ira: el fin de la negación va asociado a sentimientos de frustración y de impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida. Es aquí donde uno enfoca su dolor en tratar de buscar responsables, y dependiendo de la causa de la pérdida, muchas veces puede ser contra uno mismo o la familia. 
3. Negociación: durante esta fase guardamos la esperanza en que la pérdida sea una mentira, que todo lo que estamos viviendo es un sueño, cuesta creer que lo que está pasando es real, solo queremos sentir que despertaremos y nuestra amada mascota estará a nuestro lado. Durante esta fase podemos tener pensamientos como: nunca debí dejar que salga o porque no lo lleve al veterinario antes, esta fase está muy ligada a la culpa. Cuando atravesamos la etapa de negociación, la mente modifica los acontecimientos pasados mientras explora todo lo que se podría haber hecho y no se hizo, pero lamentablemente, la mente siempre llega a la misma conclusión: la trágica realidad es que nuestra amada mascota se ha ido realmente.
4. Depresión: tras la negociación, nuestra atención se dirige al presente, aparece la sensación de vacío, y el duelo entra en nuestra vida a un nivel más profundo, mucho más de lo que nos hubiéramos imaginado, ello genera sentimientos de tristeza y de desesperanza junto con otros síntomas típicos de los estados depresivos, como el aislamiento social o la falta de motivación.
5. Aceptación: la aceptación suele confundirse con la noción de que nos sentimos bien o estamos de acuerdo con lo que ha pasado, pero no es asi. En esta etapa, se acepta la realidad de que nuestra mascota se ha ido físicamente y se reconoce que dicha realidad es la realidad permanente. Nunca nos gustará esta realidad ni estaremos de acuerdo con ella pero, al final, la aceptamos. Aprendemos a vivir con ella. 

Como mencionamos, estas etapas no necesariamente son lineales, puedes sentir que no viviste alguna, o que te enfocaste en otra. 

¿Qué acciones podemos realizar para vivir este proceso de la manera más sana posible? 

Duelo proviene de la palabra en latin dolus que significa dolor, por lo que podemos afirmar que es un proceso doloroso. Es importante sentir y vivir las emociones que se generan, enfrentarlas por asi decirlo, por lo tanto, lo primero sería no esconder nuestras emociones, expresar que estamos tristes, enojados o que extrañamos a nuestra mascota (o todas las anteriores). Buscar contención, ya sea entre nuestros más cercanos o con algún profesional que nos acompañe durante el proceso.

Según el psicólogo Marcos Diaz Videla, algo que nos podría ayudar es realizar acciones para honrar la existencia de nuestras mascotas, las cuales van a depender de las características de cada familia, pero podrían consistir simplemente en que cada miembro cuente una anécdota, enmarcar una foto o plantar una flor en donde se encuentren sus restos.

Sin duda, la conexión emocional que se genera con nuestras mascotas es muy fuerte, al realizar estos ritos o tan solo al recordarlos diariamente de una forma positiva, destacando la forma en que ellos mejoraron nuestra existencia, podemos seguir generando estos vínculos de forma continua. Como leí alguna vez (no recuerdo donde), que nuestras mascotas vivan tan poco es una estafa al amor, siempre se siente como si faltara tiempo. Es por ello que tenemos un deber como tutores, aprovecharlas al máximo, cuidarlas, respetarlas, para que así el día en que ellas partan tengamos el consuelo de que al menos vivieron la mejor vida que pudimos entregarles y de esta forma honrar su amor. 

Escribir estas palabras y crear estas imágenes, ha sido una catarsis para nosotras, esperamos que desde nuestra experiencia puedas encontrar un poco de consuelo frente a la pérdida de tu mascota. 

Para ustedes: Lucy, León Junior, Ringo, Miaulina, Trini, Simón y todas las mascotas de nuestro equipo que han partido de este plano físico, seguimos creyendo que nos faltó tiempo para amarnos. 

Referencias: 

https://www.unicef.org/elsalvador/media/3191/file/Manual%20sobre%20Duelo.pdf